lunes, 10 de septiembre de 2012

LA NEGRA TORMENTA

Señor, dando una vueltita por las noticias de un periódico quedo aterrado. Todo es vanidad y pecado. Pero es por lo que has sido crucificado. Yo te pido en primer lugar por los pecados míos y de mis prójimos. Pido en tu nombre al Padre que nos recoja y nos de lugar a la penitencia. Ya no puedo ni pedir más aquello glorioso de la permanencia de la caridad. Era muy alto.
No sé cómo me he distraído tanto de lo que  he sabido. ¿Cómo me he perdido? Vi a mis prójimos ir resbalando y fui dejando la oración y me ganó la desesperanza. Le tengo un terrible miedo a las enfermedades aquellas que parecen un castigo. Parece que mi novela se viniera a pique.Me he pasado denunciando al anticristo y allí me quedé, Me vuelvo mundano o tolerante descreyendo la gravedad de los pecados. Es como si me llevaran las aguas de un inundación. En fin estoy solo.
Me he confesado por lo que significan las virtudes y sus partes y los pecados opuestos que son su sombra. Tengo miedo. Dame contricción y esclarece a mis seres queridos para una perfcta confesión. Que ya hoy podamos vivir la vida eterna. ¡En otros momentos me sentía tan cerca tuyo y tenía tal horizonte! Es fuerte la oposición porque lo ha cerrado por completo. Quizás este miedo ante la cerrazón me lleve a la fe completa, aquella que la Iglesia ha guardado y está tan borroneada. Yo he recomenzado: Señor tú lo sabes todo. A tí me dirijo ya para que nos salves: estoy retomando la oración después del viaje. Pido, llamo, busco y en tu nombre oro para que nos salves y el Padre nos recoja sin...todo el castigo del cual nos libraste y para ellos no lo es.
Yo lo siento así aunque hoy se rán de ello. Basta con que lo experimente mi conciencia. Tú sabes lo que digo. ¡Viendo hacia afuera nos sentimos tan lejos! Debo estarlo porque te siento lejos ¡Tu estabas cerca! Ahora vuelvo a Agustín, Lo que se piensa y se escribe  hoy lo ha sumergido de manera que hasta yo me he hundido.
Te decán en la barca: ¡sálvanos porque perecemos! Fiera la tormenta: ¡auméntanos la fe!

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