miércoles, 8 de julio de 2015

RUEGA POR NOSOTROS EN LA HORA DE LA MUERTE

María me pongo a tus pies pidiendo protección pues soy un niño, díscolo es verdad pero necesitado de ti. Diría que me he puesto tan lejos que era cosa de nombrarte simplemente.
Estoy quizás castigado o mejor yo me privo de tu calor de madre ¡Oh como necesita esto mi nuera en este momento! Pero seguro que estoy yo en el polo. Te nombro pero no estoy junto a ti, no pienso en ti.
No se cómo me alejado como el hijo pródigo. Sin embargo lo imagino: la soberbia va en la antípoda de la humildad.
El dolor ni siquiera la toca a la soberbia. Veo la razón de mi contra posición. No soy vulnerable ni débil.
Pero tengo temor si no terror por las noches y soy como tierra estéril en el día.
Madre pido cercanía otra vez y sobre todo por ella en estos momento, en la hora de su muerte.

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