viernes, 26 de septiembre de 2014

HERMOSA COMPAÑÍA

Mira Señor que envíes a Brochero
y a Juan Pablo a que sanen a mi enferma.
Contigo yo camino con gran gozo
ahora en este valle tras la sierra.
Aquí las tardes me acarician siempre
con una luz extraordinaria y tierna.
Aquí tu hoy se ha derramado siempre
y desde joven que las llamo nuestras.
Aquí desde que suena la campana
la Eucaristía las ha vuelto plenas.
¡Si te he sentido aquí a mi lado siempre
es que has estado acariciante y cerca!
Los árboles lo dicen, las esquinas,
el índigo que fluye de estas sierras
por las benditas aguas rumorosas
de arroyos que alimentan sus acequias.
No es nada raro sino lo que siento:
me es rara desde niño tu presencia.
Si entonces no lo supe tu llamado
lo ha bien mostrado ahora en esta tierra,
que es un rincón minúsculo del cosmos
¡y estando en ti también tú estas en ella!
Por eso somos tuyos y por eso
me atrevo yo a pedirte ayuda extrema:
tus santos, tus beatos de enfermeros
y a nuestra suave madre de enfermera. 

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