He visto siempre Señor
que la tarde es tuya
y he estado en ti cuando tus manos
me conducían cariñosas
pues servía a tus niñitos con palabras.
Las nubes compañeras
bebían luz benevolente
y el tiempo se extendía en nuestro valle
y amigas ingresaban declinaciones
de latín y versos de Virgilio
ocupaban nuevos cielos
originales montes
de algarrobos, talas y chañares
como los verdores de Mantua.
Homero hundió aquí su remo
y por estas calles fui su aedo
bendiciendo las esquinas
al detenerme ensimismado.
Aquí fue apareciendo el dulce hogar
luciendo bajo la cúpula del sacramento grande,
las piezas líricas de Grieg
envolvían esas horas que giraban
deliciosas sobre el rito de mi madre.
Y la tarde se imbricaba hasta el ocaso
y contigo estaba caminando
como en Emaús
mas sabiendo que eras tú.
que la tarde es tuya
y he estado en ti cuando tus manos
me conducían cariñosas
pues servía a tus niñitos con palabras.
Las nubes compañeras
bebían luz benevolente
y el tiempo se extendía en nuestro valle
y amigas ingresaban declinaciones
de latín y versos de Virgilio
ocupaban nuevos cielos
originales montes
de algarrobos, talas y chañares
como los verdores de Mantua.
Homero hundió aquí su remo
y por estas calles fui su aedo
bendiciendo las esquinas
al detenerme ensimismado.
Aquí fue apareciendo el dulce hogar
luciendo bajo la cúpula del sacramento grande,
las piezas líricas de Grieg
envolvían esas horas que giraban
deliciosas sobre el rito de mi madre.
Y la tarde se imbricaba hasta el ocaso
y contigo estaba caminando
como en Emaús
mas sabiendo que eras tú.
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