lunes, 25 de febrero de 2013

LA SACRALIDAD DE LA WEB

Observar los acontecimientos de la política en general. Leer la historia universal. Ser espectador del mundo en sus valoraciones en general. Sufrir el derrotero de la cultura posmoderna. Todo esto cuando uno admira a Platón y compañía, a San AGUSTÍN y compañía, a Kant y compañía, al mismo Nietzsche y Heidegger es muy triste. Pero uno que vive en tu palabra Oh Señor y te ve crucificado como cabeza de cientos de mártires no puede más que asociarse a ellos con alegría.
Esto requiere tu asistencia en la Iglesia, en tu cuerpo y en especial en quien esto te pide para que persevere y sobre todo ya guste lo dado en la gracia como germen de la gloria. Y un clamor por los prójimos que creen en las bondades de Holywood y del mundo en general que para ellos ya es la WEB.

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