domingo, 2 de octubre de 2011

OJOS QUE NO VEN CORAZÓN QUE NO SIENTE

        Señor, si no te vemos tu rostro es claro que no te sentimos así como al no mirar FACEBOOK no experimentamos la desazón del alejamiento del hombre con respecto a la persona. Y si ambulamos por los senderos del bosquecillo y atravesamos campos y escuchamos el murmullo de las acequias siguiendo las sauvísimas nubes en su navegación podemos preguntarte en el sosiego: ¿maestro dónde moras? Buscando tu rostro, atraídos por tí entonces vemos tus rasgos en nuestro interior, en nuestras entrañas dibujado.
        Claro que sabemos que hemos sido creados en tí y para tí y lo escuchamos en la misa. Pero te experimentamos cuando la tarde se explaya en el dorado, sentimos el paraíso presente por más que la situación mundana nos arredre. Esto no lo podemos negar porque es una inmediata experiencia. Tambien recordamos a este respecto la doctrina de la Escritura subrayada por Juan de La Cruz acerca de los enemigos del alma: mundo, carne y diablo.
         Sin embargo el paraíso nos acaricia cada tarde. Hoy mismo escribía un poema en versos endecasilabos blancos por no poder dejar pasar esta caricia de la tarde ¡Y SE ME BORRÓ POR NO TENER CONECTADA LA MÁQUINA! Lo dejo registrado:  no se borra la experiencia que confirma que sólo poéticamente habita el hombre sobre la tierra, como dice Hölderlin y medita Heidegger.
         Tú Señor estás con nosotros aunque nosotros no estemos contigo. Este hecho señalo entre tantos despropósitos como verificamos y vemos con los ojos y sentimos para nuestra decepción. Sin embargo te buscamos y te vemos en la fe iluminada por el don de inteligencia  y luego te sentimos en la dorada tarde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario