ESTÁS EN
NUESTRA TARDE
¡Qué vano
es preguntarte dónde estás!
en tardes
luminosas
delante de
mis sierras.
Los cielos
de los cielos
no pueden
contenerte.
Ninguna criatura puede verte
mas sí al tener la caridad, presente
que absorbe
ya el pasado y el futuro
y emparaísa
hoy la mente.
¡Y el cielo
está tan transparente y puro,
que las sutiles sierras pudorosas
se van
enrojeciendo entre piadosas
serenas
nubes en el aire orando.
Así siempre
has estado acompañando
mis tardes
¡y yo extraño la enseñanza!
cuando en las aulas de María enseñaba
que todo
en ti ha adquirido consistencia
y todo en
ti comienza y todo acaba.
Mas hoy lo
que al principio me habías dado
poseo: el
campo donde está el tesoro:
la sierra
que arde ahora,
la paz de
la capilla,
los cercos
que en la tarde beben oro
y falta que
me aumentes la esperanza
de que hay
salvación para mis hijos:
en ella
están mis ojos siempre fijos.
Rosado está
ahora el cielo
y un ave se
demora con su vuelo.
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