¡Que don es que te hable en cada día!
No puedo yo decir que tú estás mudo,
a tus palabras mansamente acudo
y lloro en su armoniosa melodía.
Pues has dulcificado la porfía
del hombre sordo, ciego y rudo,
que al Santo Espíritu captar no pudo,.
con tu pasión e ingresas como ría
al corazón. Felices los que lloran
dijiste, yo dolido estoy llorando
y junto a los que rezan y que adoran
te pido que me esté al amado amando
y permanezca adonde santos moran
Te vi y seguí y tú me estás mirando.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario