domingo, 16 de junio de 2013

CONSUELO VIGENTE

Nosotros somos tus hermanos pero
tú eres Dios y al mismo tiempo hombre
y tengo que afirmar que es verdadero
no obstante hay campo para que me asombre.
Decirte debo que yo soy tan pobre
que nada habrá que se me dé y que sobre.
O bien es que no acepto los dolores
o bien me mata el miedo de la muerte. 
No hay nada para mí normal: temores
de todo tengo si no puedo verte
Si el Padre nuestro no me da su mano
me desvanezco como un hombre vano

¡Ah como extraño las pasadas horas
cuando salía y te encontraba junto
al árbol frente al río en las demoras
por ti cuando dejaba todo asunto!
Acaso la animita acompañaba
y yo perdido y quieto me arrobaba:
la pétrea antigüedad y la campana,
la tarde azul, la garza blanca en vuelo,
el largo ocaso del violeta al grana
y del Espíritu el feliz consuelo.
Tenía plenitud en la esperanza
y ahora la que tengo no me alcanza.

Por ello es que te pido esperanzado
que puedas acercarte por mis versos
en cuanto yo te busco en el rimado
pasar de endecasílabos tan tersos
en letras que me agradan como al niño
en tanto estrofas de Quevedo aliño.
Me brindan un consuelo literario,
recuerdo así a Petrarca allá en Arezzo
en parque inmenso y solitario:
o estaba en medio yo de un sueño espeso
y lo veía ya transfigurado
o estaba de verdad iluminado.

¡Qué hermoso qué seguro y qué sonriente!
Sentí que lo llevaba a Aurelio, a Tulio
en un enorme libro y reluciente
lo vi en el italiano mes de julio
en cielo de aquel brillo azul tirreno.
Y yo me vi admitido así en su seno.
Hoy veo, mi Señor, que tú me dabas
un premio por poeta y por amigo
de santos talentosos que adamabas:
de aquellos cuya luz hasta hoy persigo:
que fueron del Paráclito enseñados
pues fueron ya por ti humilificados.

 Y debo darte gracias por pinturas:
pues vi a la reina Esther y a Asuero
y tengo en mí sus rostros y figuras
pintadas por Vasari, un verdadero
pintor preciso, sabio y delicado
a quien he conocido y admirado.
Cuando uno ama a personajes bellos
se vuelve en su alma un poco como ellos.
Modestos los mostró el pincel virtuoso:
si la virtud se imprime en la obra de arte
me vi en San Roque misericordioso
y la belleza me extasiaba aparte.
De Fra Filippo Lippi,vi el morado
 el rojo y el azul, orificado.




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