viernes, 5 de agosto de 2011

EL RITMO DE ANTAÑO

Atravieso la mañana con la esperanza que tú me encuentres y que yo me haga encontradizo: entre los jilgueros que caen de los espinillos, delante de mis sierras, rodeados por las lomas orantes, a puro respirar del alma, a puro gemido delicado, apresando la unidad de los instantes, en la paz que nos has ofrecido.
Quisiera así introducirme en la dorada tarde palpitando en consonancia con los campos vacíos pero llenos de temblorosos pastos y de talas y algarrobos meditativos. Quizás me llames desde los altos montes y mis ojos se llenen de azur y arda mi corazón formándose tus semblantes plateados que tengo en mis entrañas dibujados: al ritmo de antaño cuando el antiguo camino de tierra recogía el tiempo pleno en el valle y suspiraban los caballos entre las jarillas y los terneros ponían alegría en el sosiego de las madres vestidas de colores que ningún modisto podría copiar. El sosiego sobre todo ¿quien podría adquirirlo entre la vanidad de vanidades de sus trebejos?
Hoy Señor tú eres y quisiera ser yo contigo en tu hoy, como tantas veces en que ingresé sin pretenderlo, caminando por la espesura simple del día eterno, aquí, en mi valle, que tú me diste y yo recibí, vendiendo todo y comprando el campo donde está oculto el tesoro.
Suenan las quenas antiguas que nadie ha tocado todavía. Hacia adentro me dices... ánimo , me dicen, "ÉL te llama"....y te sigo por el camino de antaño.

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