miércoles, 24 de agosto de 2011

VENGA A NOSOTROS TU REINO

  Me enseñaste a pedir. Pido que venga tu reino que ha venido pero debe hacerse para mí, porque en primer lugar pide permiso a mi libertad. Entonces se hace para mí lo que es desde siempre: tu reino, el de las Tres Personas, el reino de la cercanía, de la intimidad, de la paz, de la luz de la gloria. Así de triunfante es: reina la intimidad del tierno amor y el esplendor de su realización infinita en intensidad. No experimentamos nada de ello aún pero se nos presenta en la fe, buscamos tu auxilio para apetecerlo y lo pregustamos en la caridad, simplemente amando tu palabra.
  He escuchado de un teólogo (OPINÓLOGO) que tú no sabías aún lo que el reino era. Bueno como hombre cuya humanidad asumiste nos lo mostraste en tu hogar con María y José. Ahí estuvo tu reino para que allí estuviera el nuestro antes de poseer aquel preparado por el Padre que ojos no vieron. Muy simple, muy a la mano, muy arduo de mantener en medio precisamente del otro reino: el de este mundo, que bien lo sufrimos y que como dijo Leibniz es el mejor de los mundos...posibles, dadas sus condicionantes. El del mundo no es el de tu paz sino el del Satanás, un gran sofista, conocido por Platón y teatralizado por Goethe.
   Como estamos en medio de este mundo pedimos por tu mandato QUE VENGA TU REINO, EL DE LA PAZ. Hoy, ahora en esta tarde, para mí.

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