jueves, 23 de febrero de 2012

COMO LAS VÍRGENES PRUDENTES

Sí, es verdad, que Tú estás muy cerca. Pero nosotros estamos asediados por el mundo y dispersados por los sucesos. Mientras tú aconteces, la verdad y el amor acontecen, y nosotros no meditamos en ello. Las virtudes que debemos tener como escudo fallan y se produce esa dispersión por lo sensible.
San Pablo habla del escudo y de los dardos del maligno. Por supuesto eso a nadie asusta hoy en día. A pesar de ello las palabras están apuntándonos. Y si bien no he hallado nadie con quien compartir esa amenaza -el mundo sigue siendo la realidad objetiva- porque lo de las virtudes les resulta inviable.
El hecho es que no es posible recibirte y dejar que nos tomes con tus manos santas y venerables si no  sabemos que tú aconteces antes que los sucesos efímeros y si no nos guardamos para tí como las vírgenes prudentes.
Ahora es de noche y estoy velando, estoy aguardando tu llegada: sé que vienes como el esposo, pero tarde para el impaciente o el disperso. Dame la perseverancia y las virtudes de contención.
Que mis prójimos no se espanten por mis pecados agrandados por el distorsionador y que me encuentren amable por virtudes cardinales. Yo te espero pero debo tener aquel escudo.

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