sábado, 11 de febrero de 2012

EL ALEGATO

       Esto se transforma en un alegato donde tú eres el juez y yo el fiscal. Los abogados defensores podrían llamarse confusores y no se presentan ni se puede interrogar a los testigos. El hecho de la acusación hace escapar a testigos y abogados: hay una batalla apocalíptica que describió San Juan en el libro final de lo que también es objeto de confusión: la Biblia.
      El CONFUSOR, SEPARADOR, DECEPTOR paraliza a todos. Al fiscal lo mantiene aterrado por más que sigue con las pruebas denunciando, a los testigos les lava la mente como en las películas de exraterrestres. Y no hay a quien citar a testimoniar. Mientras tanto la obra destructora se hace la apariencia de la realidad que termina siendo aceptada y  es  recusada la denuncia y el fiscal tenido por loco.
      ¿Es Job? Señor allí termina bien aquí lleva años y ha escapado mi sacerdote confesor después de conocer mi alucinación johánica ¡Vaya a saber cómo leen el choque del jardín de Edén, el mismo libro de Job, las pacificaciones de endemoniados que inauguran los signos, las afirmaciones taxativas de Pedro y Pablo que nos exhorta a vestirnos de las armas para resistir los mlignos dardos y en fin el mismo Apocalipsis!
      ¡Vaya a saber cómo lo leerán! Porque se nos ilustra, se nos avisa. Tú nos dijiste que veías a Satanás caer como un rayo. Siempre escuché tus palabras narradas por uno y otro evangelista y me impresionaron. Otros parecen que las toman como una adivinanza o juego para ver quien es más hábil en la hermenéutica ¿No fue acaso la serpiente del Edén el primer hermeneuta, tutor de la mujer?
 Ahora me parece que María interpretaba de otra forma: guardando y meditand o en su corazón, largamente reflexionando....Aquí Señor yo me siento como Job o como el personaje de Ionesco en Rinoceronte.Todo se acalla: una obra como aquella ni se oye nombrar jamás. Todo me resulta sospechoso. Claro como para no alucinarme ante el ruido del rebaño que me roba hasta lo más cercano.
  Sé que más allá de Job y de Ionesco yo te tengo a tí pues tú me dices YO SOY QUIEN CONTIGO HABLA. Y yo no pienso que es un texto de la Biblia y que está sujeto a la cultura y al talento hermenéutico de los autores. Yo no pienso: TÚ HABLAS Y TÚ ERES HOY PARA MÍ. Se trata del don, se trata del ESPÍRITU SANTO al cual nadie puede sino RECIBIR O NO.
 Es simple: es el otro PARÁKLITO ¡Y cómo lo necesitabamos!  Junto, en cercanía el tiempo se hace pleno y tú vienes a morar. Me dices: ¿quieres algo más? Sí Señor: que no me roben lo más cercano que tú me diste.

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