Tú sabes lo poco que estoy dispuesto a ceder de mi vida por ti. La vida los hombres la detentamos en el mundo relativo como si fuera absoluta. Desde joven se hace valer el derecho a administrar la vida sin ningún deber hacia ti ¡Menos mal que tú igualmente vienes a caminar a nuestro lado!
Y sobre todo cuando hablamos con franqueza. Tu Espíritu Santo nos llena de la riqueza que en tí hay y por ello podemos caminar a tu lado y sentir de ti cosas bellas aunque nunca decidimos amarte primero a tí: siempre hay alguien antes u otras cosas ¡Y tu eres la razón de amar a los otros!
Sea de ello lo que fuere me place recordar tu amor hacia mí que es mi propia conciencia o mejor el pensar mismo en mí en la serenidad donde tú habitas en la morada de mi alma. Lo menciono una y otra vez para tenerte ya que tú mismo te me has querido revelar. Y esto me basta.
¿Cómo no bastaría?
Y sobre todo cuando hablamos con franqueza. Tu Espíritu Santo nos llena de la riqueza que en tí hay y por ello podemos caminar a tu lado y sentir de ti cosas bellas aunque nunca decidimos amarte primero a tí: siempre hay alguien antes u otras cosas ¡Y tu eres la razón de amar a los otros!
Sea de ello lo que fuere me place recordar tu amor hacia mí que es mi propia conciencia o mejor el pensar mismo en mí en la serenidad donde tú habitas en la morada de mi alma. Lo menciono una y otra vez para tenerte ya que tú mismo te me has querido revelar. Y esto me basta.
¿Cómo no bastaría?
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