sábado, 16 de marzo de 2013

NOS HICISTE PARA TI

¿Cómo tener fe sino por tu palabra? ¿Y cómo escucharla sin la lectio? ¿Y qué provecho daría sin la meditación? Y la meditación requiere un tiempo pleno sin cosas. Sólo tú diciendo lo que dices con tu palabra. Es cierto que siendo niño en el corazón los sentimientos filiales y las necesidades de un niño corroboran tus palabras: cuando nos hablas del Padre que nos ama, cuando vas a su casa a prepararnos moradas celestiales, cuando dices dramáticamente que vendrás a nosotros, cuando pides al Padre que nos guarde, cuando nos llamas amigos revelándonos al Padre, cuando nos dejas tu Espíritu y del Padre para que todo nos enseñe, cuando nos dices que si te pedimos tú y el Padre lo harán.
Ese amor que nos tienes no lo sentimos ni lo vemos si no hacemos  sonar vivamente tu palabra en nosotros y si no nos procuramos soledad. Cuanto más más cerca te sentimos. Y si nos resuenan al mismo tiempo los himnos de Pablo seguridad metafísica tenemos de estar sostenidos en y por ti. Y ademas justificados por la sangre vertida en la cruz.
¡Oh llegando a esto máxima se hace nuestra cercanía y vínculo! Sin tu Espíritu Paráclito no podemos con ello. Y llegamos a la oración: haz en mí lo que pide la sublimidad de tu cruz y no olvides a nuestros pequeños  que yacen en el mundo cautivos de las cosas como si fueran eternas. En verdad que todos sentimos la eternidad y la proyectamos en las cosas sin sentirlo y por necesidad. Pero nos desvían de recibirte.
¿Cómo puede ser que tu pidas morar en nosotros? ¿Qué te va a ti? ¿No era suficiente crearnos?
ES QUE NOS HICISTE PARA TI ¡Qué palabras las de Agustín!

No hay comentarios:

Publicar un comentario