¿Cómo tener fe sino por tu palabra? ¿Y cómo escucharla sin la lectio? ¿Y qué provecho daría sin la meditación? Y la meditación requiere un tiempo pleno sin cosas. Sólo tú diciendo lo que dices con tu palabra. Es cierto que siendo niño en el corazón los sentimientos filiales y las necesidades de un niño corroboran tus palabras: cuando nos hablas del Padre que nos ama, cuando vas a su casa a prepararnos moradas celestiales, cuando dices dramáticamente que vendrás a nosotros, cuando pides al Padre que nos guarde, cuando nos llamas amigos revelándonos al Padre, cuando nos dejas tu Espíritu y del Padre para que todo nos enseñe, cuando nos dices que si te pedimos tú y el Padre lo harán.
Ese amor que nos tienes no lo sentimos ni lo vemos si no hacemos sonar vivamente tu palabra en nosotros y si no nos procuramos soledad. Cuanto más más cerca te sentimos. Y si nos resuenan al mismo tiempo los himnos de Pablo seguridad metafísica tenemos de estar sostenidos en y por ti. Y ademas justificados por la sangre vertida en la cruz.
¡Oh llegando a esto máxima se hace nuestra cercanía y vínculo! Sin tu Espíritu Paráclito no podemos con ello. Y llegamos a la oración: haz en mí lo que pide la sublimidad de tu cruz y no olvides a nuestros pequeños que yacen en el mundo cautivos de las cosas como si fueran eternas. En verdad que todos sentimos la eternidad y la proyectamos en las cosas sin sentirlo y por necesidad. Pero nos desvían de recibirte.
¿Cómo puede ser que tu pidas morar en nosotros? ¿Qué te va a ti? ¿No era suficiente crearnos?
ES QUE NOS HICISTE PARA TI ¡Qué palabras las de Agustín!
Ese amor que nos tienes no lo sentimos ni lo vemos si no hacemos sonar vivamente tu palabra en nosotros y si no nos procuramos soledad. Cuanto más más cerca te sentimos. Y si nos resuenan al mismo tiempo los himnos de Pablo seguridad metafísica tenemos de estar sostenidos en y por ti. Y ademas justificados por la sangre vertida en la cruz.
¡Oh llegando a esto máxima se hace nuestra cercanía y vínculo! Sin tu Espíritu Paráclito no podemos con ello. Y llegamos a la oración: haz en mí lo que pide la sublimidad de tu cruz y no olvides a nuestros pequeños que yacen en el mundo cautivos de las cosas como si fueran eternas. En verdad que todos sentimos la eternidad y la proyectamos en las cosas sin sentirlo y por necesidad. Pero nos desvían de recibirte.
¿Cómo puede ser que tu pidas morar en nosotros? ¿Qué te va a ti? ¿No era suficiente crearnos?
ES QUE NOS HICISTE PARA TI ¡Qué palabras las de Agustín!
No hay comentarios:
Publicar un comentario