sábado, 2 de marzo de 2013

¡Pensar que fui a Roma y al Vaticano y me convertí fuertemente y recién acabo de ver por TV una historia del pontificado de Benedicto y aspectos de la organización del Vaticano y pierdo la fe! Uno no ve lo que ve sino por la luz por la cual ve. EN TU LUZ VEREMOS TU LUZ decía el salmista.
Por esto te pido tu presencia ante la ausencia tuya que campea en los informe históricos y periodísticos. Cien años de periodistas y el mundo olerá a podrido dijo el desesperado Nietzsche.
Si me limpiaras como a aquel leproso que te dijo: "SI QUIERES PUEDES LIMPIARME" Yo te lo digo ¿por qué no te lo dicen quienes lo necesitan? ¿O por qué se conforman con el mundo de los hombres que es como una cárcel? ¡Es que lo ven hermoso a lo fe como decía Agustín! Yo por esto siempre digo que mi obispo es San Agustín...porque la mediocridad de los religiosos me carga.
Bueno Señor pero necesito ser limpiado. Vuelvo hacia ti asqueado de los hombres en su estado actual con esa mente arrasada por el positivismo, y sus herederos, los apóstoles del acosamiento.
Aquí estoy como Abraham ante las estrellas ante este cielo de cuaresma en estos campos de este valle:
                                               
                                               que me pierda en el azul repliegue
                                               de tus montañas anhelante herido
                                                dejando todo peso que te niegue

2 comentarios:

  1. San Agustín se confiesa diciendo que él veía hermoso lo fe y viceversa. No es una cuestión estética sino del espíritu.

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    1. San Agustín veía hermoso a LO FEO y feo lo hermoso. Así no podía estimar las Escrituras y sí a Cicerón. Aquí está la cosa: para verlas hermosas hay que tener una luz, la de la gloria, que él no podía recibir dado el estado de su alma o estación terminal. En cambio la razón funcionaba en él de un modo suficiente para estimar a Cicerón. La razón se perfecciona por la gracia. Pero si no se endereza por las virtudes morales e
      intelectuales no ve lo que debe y puede ver. Así Platón lo explica en la REPÚBLICA. Pero sin esa deliciosa luz de la cual habla en las Confesiones no ve la hermosura tan antigua que tarde amó.

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