viernes, 1 de agosto de 2014

LA RAZÓN DE LA SINRAZÓN

La razón me lleva a la oración, oris ratio.. Es razón Señor que impidas la enfermedad de una madre por cuya familia tanto luchamos. Es un deber no cejar en la oración ya que tú lo mandaste en general. Yo debo insistir más aún en este caso ¿Por qué rezaría con más justificación?
Y hago propuestas de honrar al santo de mi valle con la intercesión ante quien domina la vida. Debo pensar que su dominio sempiterno, como lo denomina Pablo, es el blanco apropiado de mi oración, la ocasión de emplear nuestra fe confesada. ¡Da la vida a la vida amenazada oh Padre de nuestro Señor Jesucristo!  
Que pidiéramos al Padre en tu nombre nos pediste, Señor. Y luego de pedirte esto puntual se abren las compuertas clamando por nuestra menesterosidad ontológica. 
Parece que me hundo en la nada cuando me salgo, pensando, de las cosas. Antes sentía la caricia del ser en tal situación y ahora siento la gran angustia.
Si he de seguir rezando apuntaría al apuntalamiento de tal situación en la estancia, en la morada en la verdad del ser. He de pedir que mores en mí en el secreto y se haga así la casa del ser donde more.
Y de esto parezco alejado o retrocediendo: ¡cuánto más mis prójimos a quienes tiraba hacia el claro del valle! Ahora es el momento de las tinieblas, la noche oscura.
Que San Juan de la Cruz sea nuestra ayuda: ¡sálvanos que perecemos! 

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