OCASO Y AURORA
El sol se pone tras yacente loma
mi alma latió
cual vacilante llama
temiendo por aquellos a
quien ama
llamo por si el
Espíritu se asoma
Un árbol hila el
oro en el idioma
de los poetas
que no tienen fama
porque su corazón se
inflama
y así su
consistencia se desploma.
Yo estoy ahora
pobre y abrumado
y sé Señor que
es una noche oscura
pues lo explicó ya
mi poeta amado.
A quien le pido
ahora su ternura
pues yo estoy
torpe inhábil y ofuscado
para rezar con
la oración más pura.
Y a ti por ella
pido mi Señora
y por mi hijo
y sus hijitos suaves:
¡qué no
zozobren como aquellas naves
pequeñas en
la aciaga y mortal hora!
Y solamente
pido una demora,
que si
vivimos tiempos graves
a estos por
un tiempo los destrabes
y seamos nuevos en la nueva aurora
de la
gracia, que ha sido divulgada
mas que
atacada está y muy combatida
(es escatología
predicada)
Por ti ha
sido siempre concedida
al matrimonio:
¡aquí está peligrada
de la
madre la dulce y primorosa vida!
Y claro a ti te pido Señor mío
haciendo
de este privilegio el uso
de
hablarte, obedecerte, incluso
de
reclamarte con un juicio frío.
Te estoy
hablando como el fluir de un río
y voy
argumentando en claro abuso
contra el
destino oscuro abstruso,
para nosotros, en el mundo impío.
Pues si
amo y quiero el bien el mal no quiero
y me
entristezco sumamente ahora
cuando
peligra así lo verdadero
allí donde
se está y donde se mora.
Tú sabes
cómo yo he luchado fiero
por el
hogar que el pensamiento adora
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