domingo, 24 de agosto de 2014

ORO ANTE LA VISIÓN DEL PONTO INFINITO

Comprendo la muerte Señor pero no la acepto. Tú me la muestras y más la comprendo pero menos lo acepto. Y todo con sufrimiento menos aún. Me habitué a verte así revestido de la belleza sublime por el arte.
Pero no puedo ni considerar la muerte de jóvenes que tienen la vida por delante y no soporta mi alma racional su mirada ¿Por qué? dicen. Y esto en medio de un lleno de mundo tecnológico que se propone más y más. Mientras mueren y otros los reemplazan. Es como una guerra, que tampoco soporto por falta de sentido racional ¿No se pierde más de lo que se quiere conseguir? Todo se precipita en hacia las metas multidiversas y yo anhelo volver a la luz de las lámparas y de las velas en posesión de lápices y plumas por si hubiere algo para escribir y con poco para hablar y mucho, muchísimo para rezar ante la visión del ponto infinito, como dice Homero.
Porque por algo dice el Ave María: “ahora y en la hora de nuestra muerte”. Se dice pero no se piensa nunca porque se menciona algo lejano y evanescente aunque tantos van muriendo y vemos en las noticias de mala manera ¿No se inspiran los que matan en las mismas noticias? ¿No despiertan su impulso thanático?
Comprendo que hay muerte y que ella sucede por necesidad intrínseca. Y que no somos sino para ti como lo ha pensado San Agustín desde San Pablo. Y ellos murieron a su turno y me esperan mientras yo estuve intentando estar lleno de sus palabras en mi vida. Pero qué de los prójimos que han vivido y viven plenos de lo que se muere y un día mueren y yo no he podido comunicarles nada porque han estado ocupados en las cosas. Y eso me ha pasado con religiosas que tienen todo programado.
Pero su mirada me dice ¿por qué a mí y ahora, cuando tengo mi casita con mis hijos y esposo? Yo debo dirigirla a ti para que nos consueles con la respuesta satisfactoria.
Me resta pedirte como deben los necesitados: sálvala y honra al beato Brochero para que venga a anunciarle que vivirá para sus hijos pequeños.
Un joven a cuyo padre conocí y se lo alababa, diciéndole cómo extrañaba sus conversaciones me respondió: ¡ah…no me acuerdo yo porque era muy chico!

Eso no encaja ni se ajusta a razón 
¿Qué ley justicia o razón/ 
negar a los hombres sabe/
 exención tan principal/
 privilegio tan grave/
 que Dios le ha dado a un cristal/
 a un pez a un bruto o a un ave? 

A ti me dirijo pues, no permanezcas mudo y envía el Consuelo porque perecemos en medio del tiempo inauténtico que nos muestra sólo cosas del hombre que advienen pero que no son el hombre. Nosotros somos tuyos y para ti, necesitamos tu presencia excluyente que stando tú lo demás es cuestión de detalle.

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