martes, 27 de septiembre de 2011

EL PUDOR DE LA VERDAD

El pudor me detuvo de hablarte en público así de la grima que nos oprime en medio de la santificación. La verdad es inconveniente para quienes han vivido una vida entre las cosas y huyendo de las personas. Cosas y estructuras olvido del ser de la persona. Miedo a que poseyendo su persona se acerque a tí o que tú te le acerques como Persona a cuya imagen hemos sido hechos y para quien y en quien hemos sido llamados.
 Sé que solamente me escuchan los que saben que son personas elegidas para ser santas antes de la instauración del cosmos, como dice Pablo. Él sí que era atrevido, intrépido y receptor de la gracia. No se asustó de verse como persona y todo lo tuvo por basura para ganarte ¿Todo qué? Las cosas llamadas reales que él vió como pasajeras y obró en consecuencia alcanzando a ver lo que existe en verdad.
 Yo soy Señor para tí y por tí. Y soy hablando contigo, conversando en los cielos. Los cielos se reciben en la tierra sin el obstáculo del mundo de las cosas. El tiempo acontece sin las cosas y el alma se vuelve alma y estás tú que me atraes, tu Persona que me dice que es Dios en la cercanía del hombre, está el Espíritu que da fuego a mi corazón y aliento a mi alma para hablarte, es él que a a tí me une y tú me lo envías para darme su paz. Aquí Señor en medio de la noche pienso en el Padre que está en los cielos y descendienden los cielos a esta disposición buena que es la tierra. No espero más por causa de mi situación pecadora obstruída por cierto enemigo invisible. No espero más para recibir lo que me ofreces: la paz y el gozo en tu amistad. Tú quieres venir a mí y lo demoro. Quiero que otros vengan y ellos escapan de las personas buscando las actividades entre cosas y objetivos, desoyendo aquello de no buscar lo futuro. Y a quien me busca lo demoro: ya te abriré mañana.
 A tí Señor quiero y a tí solo busco, y a tí estoy llamando, desnuda mi voluntad en esta noche. Si me escucha alguien será una y otra persona que se saben tuyas, saben el secreto del ser revelado a los pequeños. Da sin embargo un cierto pudor ventilar tal intimidad. No sé porqué lo hago pero esto es como un libro que no escribiré, como aquel que hallé en mi juventud: LETTERS TO MY GOD.
Debo darte gracias por el don de hablarte.

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