jueves, 29 de septiembre de 2011

PEDID Y YO LO HARÉ

  Ese lenguaje tuyo, Señor, esa PARRESÍA, hizo que muy temprano comenzara a perdir en tu nombre: PEDIRTE A TÍ COMO AMIGO QUE QUIERES CAMINAR CONMIGO. Un lenguaje tan cercano que me dio la experiencia de tu cercanía en este "mientras tanto". Fue muy gozoso tenerte a mi lado y alimentarme con el capítulo catorce del evangelio de San Juan. Experimentaba al leerlo cada vez algo así como si tú fueras mío y para mí. Pero claro: lo había dicho esto ya Juan de la Cruz a quien tengo como maestro poético.
 Estás tan cerca que habitamos contigo y la permanencia de la mencionada morada (MONE) se vuelve la clave de mi vida. Ahí veo que he sido salvado, que todo adquiere valor en función del estatuto del habitar que tú has inciado develando el exisitir, ex-sistere.
 Nadie se extrañe que te tenga a mi lado e ingrese alborozado en tu hoy, sabiendo que hoy comienza la vida eterna cuando tú lo ofreces a quien te ama y guarda tu palabra cariñosa e íntima. Si escucha con amor tus palabras de despedida no se extrañará. Tus palabras por lo demás hacen lo que dicen en quien las escucha. Tú eres PALABRA y estabas en el principio junto a Dios.

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