jueves, 25 de julio de 2013

EL GRAN SACRAMENTO

Te veía al principio en la cruz y muy poco sabía
del destino que a todos tocara queriendo seguirte
sin querer padecer de ese modo terrible con clavos.
Ahora sé que no debo esperar que soldados romanos
me castiguen y arrastren al Gólgota: a ti te tocado.
No es posible pensarlo creyendo que Dios se lo inflinja
al castigo: el amor nos lo dice sin más entenderlo.
Y así lo han entendido los hombres ¿mas lo han comprendido?
Quizás monjes por cierto que te han ayudado a llevar
el madero con vidas de atroz penitencia ¿a nosotros
qué nos dejan? Tenemos sin duda los clavos hirientes,
nos estás ofreciendo aceptarlos: los hijos que pecan,
que no son lo soñado de niños: no fueron capaces 
de entender la doctrina y juntar las virtudes morales
encontrar el provecho de dones y frutos y menos
quien ayude y confiese y persiga a las pobres ovejas.
Algo he hecho Señor ¡tú me juzgas! Mas pido cual Pablo.
¡Que descienda al infierno mas que ellos aún se conviertan!
Y los cielos retornen al valle amigables y puros
y los ríos amenos ofrezcan bautismos que nos maravillen.
Sé que todos se creen que están en su habitat propio
y es su fin: la feliz sociedad por la cual te ofrendaste.
No lo creo. Comprendo que tenga influencia y mejore
lo que siempre tendrá el equilibrio por ti más es fea.
Pero, Dios, que hayas muerto y te hicieras el pan de la vida
para que algo cambiante y finito prospere y nos tenga
apartados de ti que eres ser y palabra y nos llevas
a la casa del Padre como hijos perfectos y santos.
Si yo estimo el aquí es solo porque ya se ha comenzado:
habitando en lo poco en la tierra del mérito propio
de la gran poesía ¡Por ello te pido! Que tengan
la belleza que brilla esta tarde otra vez a mi vista admirada.  
Para mí ya está dada en la Iglesia, en el gran sacramento.
Y la Iglesia es camino, comienzo 

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