domingo, 15 de enero de 2012

DOMINGO ES TU DÍA

         Nos enseñaban un mandamiento: santificar las fiestas. El caso del pueblo judío del sábado fue exagerado por ellos pero no para abolirlo por completo: tenía un sentido claro. Dedicarte a tí un día no parece exagerado pero la cultura rebelde de los derechos humanos no avizora los deberes humanos. Nosotros nos hemos criado así en esta fiesta perpetua. Muy bien, así ha sido y con todo el culto a Dios hoy significa la memoria de tu sacrificio que obra lo que significa. Tú estás presente hasta lo interior. Si pensamos en ello te vemos allí en nuestra esencia morando. Nuestro deber es recibirte como EUCARISTÍA. Ya no como acto simbólico de respeto ¡Eres tú mismo quien se ofrece!
         Con todo el hombre se lanzó a toda diversión la noche del sábado y el día domingo. Y es lo normal. Pero el día domingo representa la Pascua de resurrección. El gozo es su rasgo fundamental. Se realiza en cambio un contra signo. Curioso Señor. Quienes quisimos creer conocimos más y más creimos y nos encontramos como en aquellas películas donde la caravana se cierra en círculo rodeada por los indios vociferantes. La civilización se salvó de la barbarie y cayó en el olvido total.
         Bien muchos van a misa el día domingo. Pero son pocos y además no se separan de la sociedad sino que viven igual, porque es normal. Sea así. Pero el día del Señor es tu día y cada día necesitamos avanzar en tí, por tí y para tí. Cada día tiene su propia liturgia. Tú la diriges porque hemos sido hechos para tí en dirección al Padre. Pensar en él nos sosiega. Meditar esto nos afirma. No te vemos, no lo vemos y todo lo que vemos es del mundo. Es arduo esperar lo que no vemos y creemos y que sin embargo tenemos en la caridad que ha sido derramada en nuestros corazones.
         Las palabras parecen sonar en lugares vacíos. Por momentos da miedo que San Pablo haya
pronunciado tales palabras y que suenen como címbalo que retiñe. El hecho que aquí importa es que contesto a tu invitación: SI PIDIERES ALGO EN MI NOMBRE YO LO HARÉ.
         Y yo  pido que vengas otra vez a caminar conmigo.

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