domingo, 12 de junio de 2011

Me condujiste a la fraternidad de la paz y como todo don nunca es correspondido porque lo cree uno  "natural" y así lo malgasta. El caracter, la personalidad, todo estorba en este caso que podríamos llamar sobrenatural si es que esta distinción no es más que un arrojar de nosotros tu cercanía plena en nosotros. Tu no estás sobre la naturaleza, tú eres la PALABRA DEL SER que nos da el ser y en cercanía nos haces persona. Yo soy porque tu me dices: YO SOY. Esto que es mi persona está rodeado de nubes como sucede en las altas cumbres. No veo bien quien soy sino a ratos y las cosas nos distraen para vernos y así verte. Pero te sentimos o mejor te sabemos a nuestro lado buscando crecer en la caridad que a tí nos une y para ello tenemos que disipar la neblina de nuestros pecados que van y vienen. No tenemos ayuda exterior para ello, quiero decir de director espiritual alguno. Ni siquiera compañeros de ruta que mediten con nosotros. Sabemos que todos y cada uno está en la batalla de las cosas que se adjuntan como accidentes (en el sentido aristotélico de la palabra de entes en el ente) y no en las personas ¡Que la persona se arregle sola! Pero no estamos solos porque tú estás con quien atesora tu palabra y te ama.
  Tú estás conmigo y yo contigo. Me gusta repetir esta verdad de la verdad. Me siento bien hablando contigo y por eso escribo esta página por Tí y para otras personas que al corresponderte al mismo tiempo que te manifestaran su amor, escribiéndote, son amados por mí en estas líneas improvisadas. Pues si bien esto es entre tú y yo es grato publicarlo yendo con la nave hacia adentro por ese océano de intimidad infinita que tú eres y que es para todas las personas que velan como custodios en la noche se abre la casa del ser. Compartiré así un soneto semejante al ya dado:

                                     Señor, acaso escuches estos versos
                                     del alma seca que otra vez te olvida
                                     afuera de la fuente de la vida,
                                     temiendo y calculando los adversos

                                     sucesos, sin aquellos días tersos
                                     sin tiempo o sin nada que lo mida,
                                     por donde navegaba sin medida
                                     con nubes y aves en el aire inmersos.

                                     Hoy vuelvo a pretender seguirte, al paso
                                     sereno, manso, intimo, escondido,
                                     hundiéndome feliz en el regazo

                                     del monte donde el árbol encendido
                                     me va significando así el abrazo
                                     que así sabiendo que me pides pido.

Se endurece el alma, es decir pierde lozanía espiritual y se vuelve hacia las cosas que te olvidancomo el hijo pródigo que comía las bellotas. Está calculando o razonando o ponderando cosas. Extraña siempre aquellos días o momentos de plenitud de tu presencia experimentada,  que son los días suaves, profundos,  tersos, sin obstáculos, sin ansiedad de futuro, sin más medida que la del remanso en la verdad del ser, siguiendo en vuelo nubes y aves en el azul transparente de este cielo de traslasierra. Lo simple y puro.
Así se pido otra vez esta simplicidad que obstaculizamos con las cosas dejando tu persona que pasa a mi lado con mansedumbre y secreto. Me llevan tus pasos adentro del montecito de la loma, allí solo y de soledad herido puedo recibir junto al árbol encendido por la luz dorada de la tarde tu abrazo¡Eres tú quien me pides recibirte y yo quien ocasionalmente, después de mucho olvido, te pido el abrazo!
Es así Señor y como soy tan pobre en abrazos ¡haz que abrace a quien necesita un simple abrazo!
No querría nunca dejar de hablarte pero siempre me sucedió lo mismo: cuando estoy bien junto contigo digo: bueno basta ya fue suficiente. Tú dime Señor: basta. Pero no lo dices, soy yo quien decide salirme de la fuente de la vida.

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