miércoles, 22 de junio de 2011

NOS HICISTE PARA TÍ

 Fecisti nos ad te, nos hiciste hacia tí, nuestro ser es un ir hacia ti ¿qué somos luego cuando nuestro ser es para el mundo? Muy convencidos los modernos que nuestro ser es en el mundo y es para transformarlo. Yo veo que el mundo es transformación, que lo único permanente es el cambio ¡Y cada vez menos les basta a quienes están en su centro! ¿Por qué?   COR NOSTRUM INQUIETUM EST, porque nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en ti. Y en el mundo la inquietud es incesante y sin fin.
 Contemplando el mundo aquí y allí vemos la obsesión por lo inmediato a que llaman "realidad", mejor diría que es una absorción del alma vuelta hacia lo otro y no hacia tí. Por eso no puede haber paz pues las cosas se multiplican en el mundo que no puede recibir en cuanto tal al Espíritu de la verdad. Es decir de la paz que unifica todo en ti haciendonos a quienes guardamos tu palabra unos contigo, consumados en la unidad.
 No es Señor algo arbitrario de la religión sino congruente con el ser con respecto a quienes tenemos ser. Comprendo que van tras los entes como si fueran el ser ¡Tan seguros están y tanto odio tienen a la invitación de quien ha sido enviado! Escucho hablar por los medios de comunicación y en la conversación cotidiana y tú no estás sino las cosas del mundo. Nadie dice: bien,  las cosas suceden así o asá pero tenemos vida eterna en las palabras de quien habla con nosotros y nos hizo hacia Él y dice que la santificación nos guarda en el mundo y que nos hace personas suyas, pues le pertenecemos y dice enfáticamente que está en nosotros.
 Señor el mundo de las cosas y sus palabras me asfixia. He vivido como si no hubiera vivido compartiendo el permanente hablar que se refiere a las cosas. Todo es periodismo.
  Cuando dejo que tú solo hables entonces vivo porque tú tienes palabras de vida eterna y tú me hablas y siento los preludios del cielo.
 ¿Acaso no pedimos que nos haga celestes al Padre en la oración dominical? A nadie sorprenderá que podamos sentir los preludios del cielo rezando y sabiendo que nos hiciste para ti. Todos rezamos esto y muchos hemos leído las Confesiones ¿Entonces qué puede extrañar que algunos digamos que tú estás en nosotros y el Padre está en tí? Pues tu palabra es verdad y así con tu presencia cierta llegamos a ser un EVANGELIO VIVIENTE por la vida que tu palabra efectivamente nos deja.
  O sea la paz que nos dejas. Y esto transforma el mundo en un paraíso. Por lo menos tal es la conclusión del Nuevo Testamento que hemos heredado según la promesa dada a Abraham como bendición para cada uno. Me refiero al evangelio de Juan. Allí está el reposo de la inquietud. 

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